John D. Rockefeller un emprendedor de la industria
Nació en 1839 fue un industrial estadounidense, nacido en Richford (Nueva York), el 8 de julio de 1839; estudió en varios colegios públicos de Cleveland (Ohio).
Desde muy joven John D. Rockefeller manifestó su talento para las transacciones financieras, en la escuela vendía a sus compañeros piedras de colores y formas diferentes y los mínimos ingresos que devengaban estas ventas los fue acumulando en un tazón de loza azul, su “primera caja fuerte” según sus propias palabras.
No transcurrió mucho tiempo hasta encontrarse con la bonita suma de 50 dólares, los que determinarían la futura orientación del muchachito. Sin embargo un granjero de los alrededores necesitaba justamente esa suma para saldar una deuda urgente. John se la prestó pero con un interés del 7%, al cabo de un año, descubrió azorado que su capital dado en préstamo retornaba a su bolsillo con 31/2 dólares de interés. A partir de esa fecha, según escribió más adelante “decidí hacer trabajar al dinero en mi lugar”.
John D. tenía un innato gusto por los negocios los cuales fueron estimulados en la escuela comercial de Cleveland, de donde ingreso a los 16 años. Ese mismo año obtuvo su primer empleo en una empresa de corredores y comerciantes en granos, donde trabajó con general beneplácito sin fijarse en horarios, perdido en ese mar de cifras que tanto lo apasionaba.
Por la noche, en su cama, repasaba mentalmente las operaciones financieras del día, tratando de descubrir en qué podría haber obtenido mejores ganancias.
El código en la vida de Rockefeller fue ‘Disciplina, orden y un registro fiel del debe y el haber’. Al tercer año ya ganaba 600 dólares anuales pero cuando le niegan un aumento de 200 dólares, decidió instalarse por cuenta propia.
Tenía ahorrados 800 dólares, pero aún le faltaban otros 1000 para lanzarse a su propio corretaje. Su padre se lo adelantó con un interés anual del 10%, hasta que alcanzara la mayoría de edad. La firma Clark & Rockefeller obtuvo, el primer año, ganancias por U$S 4.000 y en el segundo cuadruplicó la suma.
El estallido de la Guerra Civil en 1861 fue la llave de su fortuna, dos años antes, con la perforación del primer pozo de petróleo, comprendió que podía hacer más fortuna con su transporte y refinación que con la explotación.
Cuando en 1863 la compañía ferroviaria del Atlántico y el Oeste extendió su línea hasta Cleveland, poniendo esta ciudad en contacto directo con Nueva York a través de la región del petróleo, supo que había llegado el momento.
Tenía 23 años e invirtió U$S 4.000 como socio comanditario en la nueva firma Clark, Andrews & Co. Las refinerías surgían como hongos en Cleveland y su entusiasmo por el petróleo lo hizo abandonar el comercio de granos.
Al negarse su socio Clark a la expansión de la firma puesto que lo atemorizaba el pasivo de U$S 100.00, decidieron subastar la empresa. El 2 de febrero de 1865 las apuestas subieron rápidamente, Clark, abatido, ofreció 72.000 dólares. Rockefeller, imperturbable, retrucó con 72.500 dólares y se quedó con la compañía.
El negocio, que en adelante se llamaría Rockefeller y Andrews, era la mayor refinería de Cleveland, con una capacidad de 500 barriles por día y ganancias de un millón de dólares por año, que se duplicarían al año siguiente.
Pudo así negociar con el ferrocarril tarifas preferenciales, y ese descuento fue un arma esencial para fundar, en 1870, una nueva sociedad, con 1 millón de dólares de capital; la Standard Oil.
En 1870, era una de las mayores refinerías de centro de los Estados Unidos. En 1872, junto con dos de los más importantes refinadores de Pittsburg y Filadelfia, pudieron manejar a su antojo las tarifas con los ferrocarriles. En tres meses, Rockefeller había comprado 22 de las 25 refinerías de Cleveland.
La Standard Oil refinaba un cuarto de toda la producción de petróleo del país. Eliminada paso a paso la competencia, la Standard Oil se convirtió en un poderoso trust, que refinaba el 95% de la capacidad total del país.
Su equipo directivo estaba formado por un conjunto de los más capaces financistas del país, todos eran millonarios. Para Rockefeller, la elección del personal siempre había sido un ingrediente importantísimo; elegía a los más capaces y entusiastas.
En 1882 Rockefeller creó la Standard Oil Trust, que fue el primer trust del mundo, declarado monopolio ilegal y obligado a disolverse por el Tribunal Superior de Justicia de Ohio en 1892 pero que, de hecho, no se disolvió hasta 1899. Ese año, Rockefeller estableció la Standard Oil Company en Nueva Jersey, siendo su presidente hasta su jubilación en 1911. Este mismo año la empresa se dividió en varias corporaciones por orden del Tribunal Superior de Justicia de Estados Unidos.
Se estima que la fortuna personal de Rockefeller llegó a alcanzar los 1.000 millones de dólares. Sus aportaciones filantrópicas alcanzaron los 550 millones. De éstos, el 80% fue a parar a cuatro organizaciones caritativas creadas por Rockefeller: la Fundación Rockefeller, el General Education Board, el Instituto Rockefeller para la Investigación Médica hoy Universidad Rockefeller y la Laura Spelman Rockefeller Memorial, creada en 1918 y absorbida por la Fundación Rockefeller en 1929. Rockefeller murió el 23 de mayo de 1937 en Ormond Beach, en Florida.
Un granjero de los alrededores necesitaba justamente esa suma para saldar una deuda urgente. John se la prestó… ¡pero con un interés del 7%! Al cabo de un año, descubrió azorado que su capital dado en préstamo retornaba a su bolsillo con 31/2 dólares de interés. A partir de esa fecha, según escribió más adelante “decidí hacer trabajar al dinero en mi lugar”.
Fuente: gestiopolis.com