GLP: La pieza clave para evitar el colapso del abastecimiento de gas en Colombia
Por PhD Mario Fernando Zamora Santacruz
Colombia enfrenta un desafío estructural en materia de gas natural que ya no puede abordarse como un fenómeno coyuntural. Las proyecciones de la Bolsa Mercantil de Colombia anticipan un déficit que podría llegar al 20 % en 2026 y escalar hasta el 50 % en 2029, un escenario que obliga al país a acelerar decisiones estratégicas para garantizar seguridad energética.
En medio de esta tensión, el Gas Licuado de Petróleo (GLP) vuelve a ocupar un papel protagónico como una alternativa capaz de suplir parte de la demanda mientras se materializan los proyectos que podrían equilibrar el mercado en el largo plazo.
Gas País ha insistido en que el GLP puede convertirse en un soporte fundamental entre finales de 2025 y 2026, justo cuando la brecha entre oferta y demanda alcanzará niveles críticos.
Para la organización, este energético que tradicionalmente ha actuado como un complemento hoy tiene condiciones para avanzar hacia un rol más estratégico: disponibilidad inmediata, cobertura nacional, costos internalizados y una logística consolidada que abarca 15 plantas, más de 700 vehículos y presencia en el 95 % del territorio colombiano. Estos factores le permiten ingresar rápidamente donde el gas natural no llega o lo hace con restricciones crecientes.
Mientas el país espera la entrada en operación del proyecto offshore Sirius hacia 2030, que podría aportar cerca del 50 % de la demanda nacional, otras variables aceleran la relevancia del GLP en el corto plazo.
Empresas como Ecopetrol y el Grupo Energía Bogotá impulsan proyectos de regasificación en Ballena, Coveñas y Buenaventura. Si estas iniciativas se concretan, la importación de gas natural presionará los precios al alza, lo que hará que el GLP se convierta en una opción comparativamente más competitiva para hogares, comercios e industrias. Pero incluso si las regasificadoras no avanzan, la persistencia del déficit seguirá abriendo espacio para el GLP en la canasta energética.
El energético también ha demostrado beneficios sociales que suelen quedar por fuera de la discusión técnica. Filiales como Surgas y Rednova han logrado sustituir combustibles tradicionales como leña y carbón en zonas rurales y hogares de estratos 1 y 2, reduciendo enfermedades respiratorias y mejorando las condiciones de vida de familias históricamente excluidas del servicio de gas.
Esta dimensión social, sumada a las necesidades industriales de sectores como la siderurgia, la agroindustria, alimentos y hotelería, muestra que la utilidad del GLP supera con claridad el entorno doméstico.
No obstante, el país no puede ignorar los riesgos asociados. Aunque el mercado ya ha internalizado el componente importado, hoy el 60 % del GLP proviene del exterior, la dependencia de un energético sujeto a la volatilidad del dólar y a los precios internacionales introduce vulnerabilidades. Tensiones geopolíticas, restricciones logísticas globales o variaciones abruptas en los mercados de crudo pueden traducirse en mayores costos para el usuario final. Este riesgo obliga a un manejo regulatorio moderno, instrumentos de cobertura y una planeación que evite que la transición energética se convierta en una transición hacia la dependencia externa.
Lo que este debate revela es la necesidad urgente de que Colombia adopte una política energética integral y coherente, que reconozca la complejidad de cada fuente y su aporte real en el corto, mediano y largo plazo.
El GLP no aspira a reemplazar al gas natural, pero sí puede aliviar tensiones críticas en un periodo en el que la oferta local se encuentra limitada y los grandes proyectos están aún en desarrollo. La discusión no debe centrarse en contraponer energéticos, sino en garantizar que el país disponga de un portafolio robusto y diversificado que proteja a la industria, a los hogares y a la economía en su conjunto.
En un contexto de incertidumbre global, volatilidad cambiaria y demandas sociales crecientes, Colombia no puede permitirse improvisaciones. La seguridad energética será una prueba de capacidad técnica, disciplina regulatoria y visión estratégica. Y en esa ecuación, el GLP ya dejó de ser un actor secundario para convertirse en una pieza clave en el equilibrio energético nacional.
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Publicado por Massimo Di Santi
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