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Inicia la IV Cumbre de Petróleo y Gas

Del 16 al 19 de noviembre tendrá lugar la IV Cumbre del Petróleo y Gas, organizada por el Comité Gremial Petrolero, integrado por la Asociación Colombiana del Petróleo y Gas (ACP), la Cámara Colombiana de Petróleo, Gas y Energía (Campetrol), la Asociación Colombiana de Ingenieros de Petróleos (Acipet), la Asociación Colombiana de Geólogos y Geofísicos del Petróleo (Acggp) y la Asociación Colombiana de Ingenieros (Aciem).

Este evento de relevancia internacional contará con una agenda académica con reconocidos conferencistas nacionales e internacionales, tres agendas técnicas relacionadas con producción, ‘midstream’ y exploración y geología de yacimientos; una agenda regional, feria empresarial y rueda de negocios.

Entre los conferencistas invitados estará Bjorn Lomborg, experto en temas de sostenibilidad global, quien sobre lo sucedido en la Cumbre del Clima de la ONU (COP26), celebrada en Glasgow (Escocia), desde el 31 de octubre hasta el pasado 12 de noviembre, revela que la mayoría de los líderes de las naciones ricas han prometido con entusiasmo descarbonizar sus economías para mediados de siglo o incluso antes.

Sin embargo, considera que es muy dudoso que ellos y sus sucesores quieran o puedan cumplir su promesa, ya que los crecientes costos que generan estas medidas son cada vez más onerosos para los votantes. Peor aún –añade–, las políticas climáticas no convencerán a los países en desarrollo que necesitan sacar a sus ciudadanos de la pobreza y cuyas emisiones son las más importantes de este siglo.

Por eso, sostiene que desde que se iniciaron las negociaciones sobre el clima, hace casi tres décadas, las grandes promesas han ido seguidas de espectaculares decepciones y grandes aumentos de las emisiones.

“En una revisión sorprendentemente honesta de las políticas climáticas de la última década, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente descubrió que las emisiones globales desde 2005 no se distinguían de un mundo en el que no se hace nada para abordar el cambio climático. A pesar de las numerosas y elevadas promesas de la última década, las emisiones han aumentado como si no hubiera ninguna política climática”, precisa.

Políticas verdes

Lomborg afirma que para los políticos es fácil y popular hablar de los peligros del cambio climático y prometer seguridad con políticas grandiosas para 2030 o 2050, pero que es mucho menos popular cuando llega el momento de pedir a los votantes que paguen por estas políticas climáticas draconianas.

Recuerda que cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, promulgó un minúsculo impuesto sobre la gasolina, se encontró con años de protestas de los chalecos amarillos, en tanto que en junio los votantes suizos dijeron no a un nuevo impuesto sobre el carbono, y el gobierno del Reino Unido se echó atrás incluso en la introducción de un nuevo y costoso mandato para sustituir la calefacción doméstica de gas.

“Mientras la reducción de las emisiones sea cara, los dirigentes hablarán mucho pero harán poco. Un nuevo estudio publicado en la revista Nature muestra que una reducción del 95 por ciento para 2050 –casi cero– costaría el 11,9 por ciento del PIB o más de US$11.000 actuales para cada estadounidense cada año. Las protestas al estilo de los chalecos amarillos no dejarán de producirse y, al igual que el presidente Macron, es probable que los líderes den marcha atrás en las costosas e impopulares políticas verdes”, enfatiza este experto danés.

En relación con lo que sugiere para avanzar en una gestión del cambio climático eficaz y coherente con la realidad actual, Bjorn Lomborg, en su nuevo libro “Falsa alarma: por qué el pánico ante el cambio climático no salvará el Planeta”, expone un plan de cinco pasos como mejor forma de avanzar.

En primer lugar, cree que se debe evaluar la política climática del mismo modo que se evalúa cualquier otra política: en términos de costos y beneficios. En el caso del dióxido de carbono, asegura que las mejores investigaciones sobre costos y beneficios muestran que se deben reducir algunas emisiones de dióxido de carbono, pero en ningún caso todas.

“Deberíamos hacerlo mediante un impuesto moderado sobre el carbono que aumente lentamente a lo largo del siglo. El impuesto debería coordinarse preferentemente a nivel mundial, pero lo más probable es que acabemos con un mosaico de políticas menos eficaces. Aun así, esto reducirá un poco el aumento de la temperatura global y evitará que alcancemos las temperaturas más perjudiciales”, subraya.

En segundo lugar, anota que se tienen que buscar soluciones más inteligentes al cambio climático. Los principales economistas del clima coinciden en que la mejor manera de combatir los efectos negativos del cambio climático es invertir en innovación ecológica, por lo que piensa que se debería innovar en las tecnologías del mañana en lugar de levantar las ineficientes turbinas y paneles solares de hoy.

Se debería explorar la fusión, la fisión, la división del agua y mucho más. “Si innovamos para que el precio de la energía verde sea inferior al de los combustibles fósiles, todo el mundo se cambiará, no solo los políticos bienintencionados que dirigen los países ricos, sino también China e India”, recalca Lomborg.

En tercer lugar, indica que tenemos que adaptarnos a los cambios climáticos y que la buena noticia es que lo hemos hecho durante siglos, cuando éramos mucho más pobres y menos avanzados tecnológicamente. Sin duda, cree que podemos hacerlo en el futuro.
En cuarto lugar, señala que se debería investigar la ‘geoingeniería’, que imita los procesos naturales para reducir la temperatura de la Tierra. Las políticas estándar de reducción de los combustibles fósiles tardarán décadas en aplicarse y medio siglo en tener un impacto climático apreciable.

Añade que solo la geoingeniería puede reducir rápidamente la temperatura de la Tierra. “No deberíamos hacer geoingeniería todavía, porque podría haber inconvenientes que aún no hemos investigado. Pero debemos investigarla para saber si puede ofrecer soluciones plausibles en algunos casos”, advierte.

Y en quinto lugar, manifiesta que debemos recordar que el cambio climático no es el único desafío global.

“Al centrar la mayor parte de nuestra atención en el cambio climático, estamos ignorando otras cuestiones más importantes que, si se abordan, podrían hacer del mundo un lugar mucho mejor para miles de millones de personas. Ampliar la inmunización y frenar la tuberculosis, mejorar el acceso a la anticoncepción moderna, garantizar una mejor nutrición y más educación, reducir la pobreza energética... todo eso está a nuestro alcance y, si nos centráramos en ello, podríamos aliviar el sufrimiento de enormes franjas de la población mundial en estos momentos”, puntualiza Bjorn Lomborg.

Fuente: Portafolio

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Publicado por OIL CHANNEL

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