La industria petrolera: el verdadero motor de la transición energética en Colombia
Por: PhD Mario Fernando Zamora Santacruz
El Gobierno colombiano avanza con su ambiciosa agenda de transición energética, impulsando con decisión proyectos de energías limpias que sin duda forjan una visión de futuro para el país.
Las acciones anunciadas, que van desde la electrificación de hogares vulnerables hasta el fomento de proyectos eólicos a gran escala, son pasos importantes hacia la diversificación de nuestra matriz energética.
Sin embargo, en esta senda hacia la sostenibilidad, es crucial reconocer que la transición es un proceso gradual y que su éxito depende, en gran medida, de la solidez y el dinamismo de la industria petrolera, motor indiscutible de nuestra economía.
Por esto, se han presentado una serie de proyectos enmarcados en su estrategia de transición energética, destacando iniciativas en energías limpias que prometen un futuro más sostenible para el país.
Se han anunciado avances como el programa “Hogares Energéticamente Sostenibles” en Cali , que ha beneficiado a 1.860 familias con sistemas solares fotovoltaicos, y una inversión de más de $96.800 millones para electrificación rural en 10 departamentos.
En el frente de la energía a gran escala, la estrategia “Colombia Eólica” se vislumbra como una promesa de diversificación, con 69 áreas nominadas y un potencial de más de 50 GW. Estas acciones, sin duda, marcan el compromiso del país con el desarrollo de nuevas fuentes de energía.
Sin embargo, en medio de este impulso hacia las energías renovables, es fundamental no perder de vista la realidad económica y estratégica de Colombia: la transición energética, por muy deseable que sea, no es un proceso que se autofinancie.
Cada uno de estos proyectos, desde los sistemas solares en Cali hasta la inversión en electrificación rural, dependen directamente de la robustez financiera del Estado. Y es aquí donde la industria petrolera, a menudo erróneamente relegada en el discurso de la transición, demuestra su rol insustituible.
La industria petrolera no es el obstáculo para la transición, es su principal facilitador. Los ingresos que genera esta industria son el motor fiscal que permite al país invertir en innovación, infraestructura y, sí, en la misma estrategia de energías limpias que hoy se promociona.
Es la solidez de los ingresos petroleros la que garantiza los recursos necesarios para construir un futuro energético más diversificado. Sin este respaldo financiero, proyectos como los de "Colombia Solar" y "Colombia Eólica" serían, en el mejor de los casos, promesas vacías.
Además, el valor de la industria de los hidrocarburos va más allá de lo económico. La capacidad técnica y logística que el sector ha desarrollado durante décadas es un activo invaluable.
Los 250.000 técnicos y tecnólogos que el gobierno busca formar en sistemas solares pueden ser, en gran medida, parte de esa misma fuerza laboral especializada, que ya cuenta con la experiencia en la gestión de proyectos de gran escala.
La infraestructura existente y el capital humano de la industria petrolera no deben ser descartados, sino vistos como el puente más seguro y eficiente hacia el futuro energético de Colombia.
En definitiva, la transición energética del Gobierno es un paso importante, pero es una etapa que solo puede ser costeada y gestionada con éxito gracias a la fortaleza actual de la industria petrolera. Lejos de ver a este sector como un enemigo, la visión más estratégica para el país es reconocerlo como el principal aliado, el pilar sobre el cual se construyen los sueños de un futuro energético más limpio y equitativo para todos los colombianos.
La clave está en una transición inteligente, no en una confrontación. Lo que se espera ahora es una colaboración proactiva y transparente, donde el Gobierno establezca un marco regulatorio claro que brinde seguridad jurídica, y donde la industria, a su vez, contribuya con su experiencia y capital en la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías.
Se trata de un partnership nacional donde el conocimiento técnico y la capacidad financiera del sector petrolero se fusionen con la visión de sostenibilidad del Estado, creando una sinergia que maximice las oportunidades para el país.
En este escenario de cooperación, la industria petrolera es, sin duda, nuestra mejor baza para asegurar que la transición sea exitosa, justa y sostenible, garantizando la prosperidad y la seguridad energética de Colombia a largo plazo.
Sin embargo, no podemos atacar o descuidar una industria que es el sustento actual de las finanzas del estado y que garantiza el trabajo de cientos de miles de personas en el país, generando una economía trascendente en las regiones, no solo en las operaciones petroleras y gasíferas sino también en los productos y servicios que se consumen para garantizar dichas operaciones.
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Publicado por Massimo Di Santi
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