¿La transición energética se detuvo? Grandes petroleras apuestan de nuevo por el crudo y el gas
Por PhD Mario Fernando Zamora Santacruz
El panorama energético global se encuentra en una encrucijada marcada por la contradicción. Después de años de promesas públicas y compromisos multimillonarios con la transición a energías limpias, las grandes petroleras están protagonizando un regreso estratégico y acelerado a la exploración de petróleo y gas a gran escala.
Este giro, liderado principalmente por las gigantes europeas, no es un simple retroceso ideológico, sino una respuesta pragmática a un mundo donde la transición energética avanza más lento de lo previsto, los temores sobre la seguridad de suministro se han agudizado y la rentabilidad del "oro negro" sigue siendo insuperable.
Las compañías europeas BP, Shell y TotalEnergies fueron las primeras en prometer un futuro descarbonizado, anunciando inversiones de miles de millones de dólares en energías bajas en carbono. Sin embargo, en los últimos años, este compromiso se ha visto drásticamente reajustado.
La realidad demostró que la transición energética es un proceso más complejo y lento de lo anticipado, y que los márgenes de ganancia y los retornos para los accionistas en las renovables no se comparan con los del petróleo y el gas. Como lo expresó el CEO de Shell, Wael Sawan, reducir la producción global de hidrocarburos sería "peligroso e irresponsable". Bajo este nuevo enfoque, Shell ha reactivado su departamento de exploración para buscar nuevos barriles en áreas como el Golfo de México, Malasia y Namibia.
Por su parte, la británica BP fue la más reciente en sumarse al reinicio, anunciando un aumento de su inversión en upstream a US10.000millonesanualesyrecortandomaˊsdeUS5.000 millones de su presupuesto para energías limpias. El descubrimiento de Bumerangue en Brasil, el más grande para la compañía en 25 años, es un claro ejemplo de este nuevo y agresivo enfoque.
Mientras sus pares europeos giraban de un lado a otro, las gigantes estadounidenses ExxonMobil y Chevron mantuvieron una postura inquebrantable. Nunca se alejaron de la exploración de combustibles fósiles a gran escala y ahora están capitalizando esa estrategia. Ambas compañías han impulsado su portafolio en la prolífica cuenca de esquisto Pérmian y han asegurado proyectos de enorme envergadura, como los que ExxonMobil lidera en Guyana.
El mes pasado, Chevron completó la adquisición de Hess, lo que le otorgó una participación clave en el bloque Stabroek en Guyana, un activo que promete revertir la declinación de sus propias reservas. El CEO de Chevron, Mike Wirth, ha admitido que la exploración es un área que necesita reforzar, y la compañía ya está planeando nuevos pozos en Surinam, Namibia y Egipto, mostrando que su búsqueda de recursos se extiende por todo el globo.
Este retorno a las bases del negocio no es fortuito. Responde a una combinación de factores económicos y geopolíticos. Los altos márgenes de beneficio del petróleo y el gas, junto con la exposición que tuvo el mundo a la inseguridad energética tras eventos como la guerra en Ucrania, han forzado una reevaluación. Incluso la Agencia Internacional de Energía (IEA), que en su momento sugirió detener la inversión en hidrocarburos, ha reconocido la necesidad de continuarla para compensar el declive natural de los campos existentes.
Además, la industria está aprovechando los avances tecnológicos, como la IA y la sísmica de alta precisión, para hacer la exploración más eficiente y rentable. La inversión global en este sector, que se había mantenido en niveles bajos, ahora se reactiva en un mundo que, según las propias proyecciones, seguirá demandando combustibles fósiles durante décadas.
En conclusión, el camino hacia la transición energética está lejos de ser una línea recta. Las acciones de las grandes petroleras reflejan una respuesta pragmática a las realidades del mercado, la seguridad energética y la rentabilidad.
No se trata de un abandono total de los objetivos climáticos, sino de un reconocimiento de que la descarbonización de la economía global será un proceso prolongado y complejo. La tensión entre la necesidad de nuevos barriles y la urgencia de reducir emisiones seguirá marcando el debate, pero por ahora, queda claro que las Big Oil han decidido que, para transitar hacia el futuro, primero deben consolidar su presente en el petróleo y el gas.
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Publicado por Massimo Di Santi
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