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Futuro del Oil & Gas en Latinoamérica: innovación, sostenibilidad y retos estratégicos

Por PhD Mario Fernando Zamora Santacruz

América Latina continúa consolidándose como un actor estratégico en el sector de petróleo y gas, con Brasil, Argentina, Guyana, entre otros, como algunos de sus pilares más relevantes. No obstante, la región enfrenta desafíos estructurales significativos que van desde la disminución natural de reservas hasta la necesidad de acelerar la transición energética y garantizar la sostenibilidad operativa.

Según el informe “El sector del petróleo y gas en América Latina” (2025), elaborado por Aggreko con la participación de 312 expertos de siete países, aunque el 91% de los profesionales considera que el sector puede ser más sostenible, solo el 53% de las compañías dispone actualmente de programas concretos en marcha. El análisis revela tanto las fortalezas como las brechas críticas de la industria, que condicionarán su desempeño en los próximos años.

En Colombia, los Llanos Orientales siguen siendo el epicentro de la producción de crudo, con empresas como Ecopetrol, Reficar y Cenit liderando la operación del upstream y downstream.  

A pesar de los avances en proyectos de hidrógeno verde y autoconsumo, la matriz energética del país mantiene una dependencia del 77% en combustibles fósiles, con el gas natural como recurso estratégico.

Durante el gobierno de Gustavo Petro, la discusión sobre la transición energética se intensificó, destacando medidas como la oposición al fracking y la firma del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles y la suspensión de firma de nuevos contratos de exploración y producción de hidrocarburos, generando serias inquietudes en la seguridad y autosuficiencia energética y la necesidad de nuevas reservas, en especial de gas.

La producción enfrenta un declive natural, presión regulatoria y la necesidad de reducir la dependencia de combustibles importados, lo que refuerza la urgencia de diversificar fuentes y optimizar la explotación de reservas existentes. Según Campetrol, la perforación de pozos activos en Colombia cayó de 55 taladros en 2023 a 24 en diciembre de 2024, una contracción del 56,4%, lo que impacta la producción de crudo y gas natural, afectando la seguridad energética del país.

A nivel regional, el informe de Aggreko evidencia que muchas empresas aún dependen en gran medida de combustibles fósiles, mientras solo un 14% ha incorporado modelos híbridos. Aunque de estas, solamente el 45% genera su propia energía, apenas un 13% alcanza la autosuficiencia.

 La continuidad del suministro sigue siendo la prioridad de la industria, con objetivos claros de evitar interrupciones, garantizar seguridad operativa y mejorar productividad.

 Entre las soluciones implementadas, destaca el uso de gas natural comprimido, capaz de reducir hasta un 40% los costos operativos, disminuir la huella de carbono y triplicar la producción en zonas remotas.

Sin embargo, la transición energética enfrenta barreras importantes, incluyendo altos costos, falta de incentivos regulatorios, retos logísticos y escasez de proveedores y mano de obra especializada, aunque se observan avances en la adopción de energías renovables y equipos más eficientes.

A cinco años, el 68% de los expertos prevé un mercado sólido con crecimiento de hasta un 5%, mientras un 6% de los expertos anticipa un posible declive. Las prioridades identificadas incluyen la exploración de nuevas reservas, el aumento de la producción, la reducción de costos y la inversión en infraestructura, mientras que la expansión a nuevos mercados, la adopción de prácticas sostenibles y las fusiones son vistas como menos urgentes.

En términos de inversión, apenas un 6% planea destinar más del 10% de sus ingresos, mientras que más de la mitad aún no tiene claridad sobre sus planes de CAPEX, reflejando cautela estratégica. En Colombia, aunque el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 establece metas de neutralidad en carbono para 2050, persisten dudas sobre la velocidad y consistencia de la transición energética.

La industria enfrenta retos estructurales recurrentes: infraestructura insuficiente, presión regulatoria, dependencia de combustibles importados y dificultades para implementar prácticas sostenibles.

Países como Chile, México, Perú y Ecuador muestran problemas similares en producción, importaciones y diversificación de la matriz. Expertos señalan la necesidad de anticipar riesgos climáticos y preparar las operaciones para la nueva realidad de generación distribuida y objetivos de neutralidad, ya que la adaptación a tecnologías de menor emisión ofrece ventajas regulatorias, fiscales y reputacionales.

La región se encuentra en un punto crítico de transformación energética. La sostenibilidad y la eficiencia operativa son retos interconectados con la seguridad del suministro y la competitividad industrial.

La industria debe fortalecer sus capacidades en soluciones híbridas y modulares, tanto en operaciones offshore como onshore, para garantizar resiliencia frente a un entorno cambiante.

El informe de Aggreko deja claro que la transición energética en América Latina no es opcional, sino un requisito estratégico que permitirá a las compañías del sector petrolero y gasífero competir globalmente, asegurar el suministro y generar valor económico y social de manera sostenible.

En Colombia, el reto es mayor, ya que la no continuidad de proyectos de exploración y producción, la complejidad social en las zonas productoras, el carente manejo institucional y la falta de estrategia gubernamental de solución de fondo nos convoca a una situación de crisis en el corto y mediano plazo.

La organización de un frente de estudio y que conlleve a objetivos de coexistencia entre el nuevo esquema de energías renovables y el sector hidrocarburos debe incluir un llamado urgente al gobierno, para que se defina una política clara de apoyo a este objetivo, es claro que no estamos preparados y cada vez la demanda se acerca a sobrepasar la oferta y aunque se puede importar gas, que es el caso más crítico, el costo financiero y de soberanía es incalculable y perjudicial en todas las aristas del sistema energético. 

Nuevamente el llamado es a replantear la estrategia gubernamental y consolidar un objetivo claro de seguridad y soberanía energética que normalice la situación futura, o finalmente nos veremos expuestos a depender de mercados internacionales que con el incremento en la demanda puede generar resultados impensados en nuestra economía y en la sociedad colombiana en todos sus niveles.

Ya que todos los procesos y actividades humanas dependen de la energía sea renovable o proveniente de los fósiles, y nadie puede evadir su uso, sin importar el cargo o el manejo que pueda darle a su actividad, todos dependemos en gran medida del uso racional de la energía y no hay competencia entre fósil y renovables, debe haber coexistencia y cooperación entre las industrias que la producen.

 

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Publicado por Massimo Di Santi

Massimo Di Santi. Periodista, Comunicador Social y Presentador de diferentes medios internacionales. Ganador de múltiples premios, ha cubierto importantes eventos a nivel mundial y es un destacado periodista de guerra. Creación IA

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