Soberanía y gestión: el valor estratégico del gas nacional
Por PhD Mario Fernando Zamora Santacruz
La seguridad energética de una nación no se mide únicamente por la abundancia de sus recursos, sino por la capacidad estratégica de sus instituciones para transformarlos en bienestar social y certidumbre económica.
En este contexto, el reciente anuncio de Ecopetrol sobre el fortalecimiento del suministro de gas natural para el primer cuatrimestre de 2026 constituye un hito de responsabilidad institucional que merece ser analizado bajo la óptica del desarrollo a largo plazo.
Al proyectar la entrega de volúmenes adicionales que oscilan entre los 39 y 68 Giga Unidades Térmicas Diarias (GBTUD), la principal empresa del país no solo está gestionando una molécula, sino que está blindando la estabilidad de un sistema que sostiene la industria, el comercio y la calidad de vida de más de diez millones de usuarios.
Esta robustez en la oferta nacional encuentra su raíz en la excelencia operativa de los activos ubicados en el Piedemonte Llanero, específicamente en los campos de Cupiagua y Pauto Sur. Estos yacimientos, que representan el corazón de la producción de gas en el interior del país, han sido objeto de procesos de optimización técnica y eficiencia energética que hoy rinden frutos tangibles.
Resulta especialmente loable el compromiso de la industria con la autosuficiencia; el hecho de que Ecopetrol haya logrado reducir su propio consumo interno de gas en un 13% —equivalente a unos 50 GBTUD— para priorizar la demanda del mercado nacional, es un testimonio de una gestión ética y patriótica del recurso.
Esta liberación de excedentes no solo suaviza las presiones sobre el balance energético, sino que actúa como una barrera de contención frente a las fluctuaciones de precios que derivarían de una dependencia excesiva de las importaciones de Gas Natural Licuado (GNL).
Más allá de las cifras de producción, es imperativo reconocer el papel del gas natural como el eje vertebrador de la transición energética justa. Colombia se encuentra en una posición privilegiada donde su industria de hidrocarburos actúa como el motor financiero y técnico de las nuevas energías; sin embargo, para que esa transición sea viable, debe existir un respaldo firme y confiable que evite la intermitencia.
El gas es ese aliado silencioso que garantiza que, mientras la matriz se diversifica, la economía no se detenga. Asegurar el flujo nacional para 2026 permite que sectores críticos, como el térmico y el industrial, realicen una planeación financiera basada en realidades locales y no en la volatilidad de los mercados externos o las tensiones geopolíticas globales que suelen encarecer los fletes y las materias primas.
Asimismo, este despliegue de capacidad operativa resalta la importancia de la infraestructura de transporte y la sinergia entre los diferentes eslabones de la cadena. La posibilidad de inyectar estos volúmenes adicionales al Sistema Nacional de Transporte es una señal de confianza para el sector productivo, asegurando que la energía llegará a los centros de mayor consumo con eficiencia y a precios competitivos.
Esta autonomía energética se traduce en una ventaja comparativa para la industria colombiana, que puede proyectar su crecimiento sobre una base de costos energéticos previsibles, factor fundamental para la atracción de inversión extranjera y la generación de empleo formal.
En conclusión, la consolidación de la oferta de gas para los meses críticos de 2026 es una victoria de la ingeniería nacional y de la visión de Estado. La industria de los hidrocarburos ratifica, una vez más, que es el socio estratégico más importante de Colombia en su búsqueda de equidad y desarrollo sostenible.
En un mundo donde la energía es el nuevo lenguaje del poder y la estabilidad, contar con un suministro nacional fortalecido es la mejor garantía de que el país podrá navegar los desafíos del futuro con independencia. La tarea pendiente reside en continuar incentivando la exploración y el aprovechamiento de nuestros propios recursos, entendiendo que el gas natural no es solo un combustible, sino el cimiento sobre el cual se edifica la competitividad de una nación que aspira a la grandeza.
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Publicado por Massimo Di Santi
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