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Petróleo y gas: cifras que entusiasman, dudas que persisten

PhD Mario Fernando Zamora Santacruz

En un escenario global donde la presión hacia la descarbonización avanza con fuerza, y en medio de una narrativa interna que ha puesto a prueba la estabilidad del sector de hidrocarburos, Colombia entrega una noticia que rompe la inercia de los últimos años: el país ha logrado reponer en su totalidad —y más allá— el petróleo producido durante el último año, alcanzando una relación reservas-producción (R/P) de 7,2 años, cifra superior a la reportada en 2023.

En el caso del gas, aunque la relación R/P bajó de 6,1 a 5,9 años, el ritmo de caída se desaceleró significativamente y se logró revertir una preocupante tendencia de pérdida constante de reservas. En otras palabras, el balance técnico es positivo y devuelve algo de oxígeno a un sector que lo necesita con urgencia.

Los resultados provienen del Informe de Reservas y Recursos 2024, publicado recientemente por el Ministerio de Minas y Energía y la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH). El documento no solo confirma la incorporación neta de 298 millones de barriles (Mbl) en petróleo, sino que detalla cómo, entre 2018 y 2024, se ha logrado reponer más del 100% del volumen extraído.

La cifra más ilustrativa es que, por cada 100 barriles producidos en 2024, se repusieron 105. Aunque esto puede interpretarse como un logro coyuntural, lo cierto es que es fruto de una estrategia técnica bien definida: centrarse en la gestión eficiente de los volúmenes ya descubiertos, en lugar de depender exclusivamente de la exploración.

Esta orientación es clara cuando se observa que el 94% de las nuevas reservas provienen del aprovechamiento de recursos ya conocidos. Los proyectos de recobro mejorado (EOR) y de producción incremental (PPI) fueron responsables de un incremento del 200% en reservas respecto al año anterior, sumando 60 millones de barriles (Mbl).

La estrategia técnica ha dado resultados. Sin embargo, también plantea preguntas de fondo: ¿es sostenible este modelo sin nuevos descubrimientos significativos? ¿No se está postergando la inevitable necesidad de reactivar la exploración?

El caso del gas natural refuerza esta reflexión. Aunque se logró una incorporación positiva de 42 giga pies cúbicos (Gpc) y se frenó la caída que se venía registrando desde 2018, el país sigue dependiendo de una proporción significativa de recursos contingentes para asegurar su abastecimiento futuro.

El 66% de la incorporación total de gas entre 2018 y 2024 provino de la gestión sobre volúmenes ya conocidos, frente al 35% proveniente de nuevas exploraciones. En ese mismo periodo se sumaron 579 Gpc a las reservas, una cifra técnica respetable, pero aún insuficiente frente a la creciente demanda y el rol que se espera que cumpla el gas como fuente de transición en el corto y mediano plazo.

De hecho, los recursos contingentes en gas crecieron un 86% en su componente 1C y un 48% en los totales (3C), alcanzando la impresionante cifra de 11.096 Gpc. Buena parte de estos volúmenes se encuentran en áreas offshore, lo que implica no solo complejidades técnicas, sino también grandes desafíos institucionales, sociales y ambientales. La posibilidad de convertir estos recursos en reservas probadas dependerá tanto de las decisiones de inversión de las compañías operadoras como de la agilidad del Estado para facilitar procesos de licenciamiento, regulación y desarrollo de infraestructura. Colombia tiene el gas, pero necesita desbloquearlo.

El Informe de Reservas y Recursos 2024 no solo ofrece cifras. También expone una hoja de ruta de 16 medidas diseñadas para garantizar una gestión más eficiente y estratégica de las reservas. Entre ellas se destaca la modernización normativa, el fortalecimiento de la fiscalización mediante nuevas tecnologías, la creación de comités interinstitucionales y territoriales, y el desarrollo de manuales técnicos especializados para mejorar el recobro y establecer tasas máximas de producción más ajustadas a la realidad operativa de cada campo. Esta batería de medidas, si bien ambiciosa, responde a una lógica coherente: aprovechar al máximo lo que ya se tiene mientras se prepara el terreno para nuevos desarrollos.

A pesar del balance positivo, el entorno sigue siendo complejo. La inversión privada en exploración sigue mostrando señales de cautela y el discurso político, aún en 2025, sigue generando ambigüedad frente a la permanencia de los hidrocarburos en la matriz energética del país.

En este contexto, la estabilidad en reservas puede verse como un triunfo técnico que contrasta con la incertidumbre estratégica. Para que este logro sea sostenible, se requiere un marco institucional estable, reglas claras y una visión de largo plazo que no vea al petróleo y al gas como enemigos de la transición, sino como aliados de una transformación responsable y financieramente viable.

El reto de Colombia no es solo sostener sus reservas, sino fortalecer la confianza en su modelo energético. La oportunidad está en los datos: el país tiene recursos, tiene capacidades técnicas, y ha demostrado que puede recuperar la senda de la eficiencia. Pero la oportunidad puede diluirse si no se consolida un entorno favorable para la inversión, si no se prioriza la exploración y si no se integran estas señales en una política energética nacional coherente.

Hoy, más que nunca, el sector necesita liderazgo técnico, consenso político y visión empresarial. Las reservas no son un dato más: son el termómetro de nuestra política energética. Y, en 2024, por primera vez en años, el termómetro da señales de recuperación. Aprovechar este momento depende, ahora, de todos los actores del sistema energético colombiano.

 

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Publicado por Massimo Di Santi

Massimo Di Santi. Periodista, Comunicador Social y Presentador de diferentes medios internacionales. Ganador de múltiples premios, ha cubierto importantes eventos a nivel mundial y es un destacado periodista de guerra. Creación IA

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