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Reestructuración global: el petróleo enfrenta su mayor reajuste laboral en una década

Por PhD Mario Fernando Zamora Santacruz

La industria mundial de petróleo y gas entra en lo que podría definirse como una fase de reajuste profundo. Las principales compañías del sector, productores de hidrocarburos upstream, grandes integradas, proveedores de servicios de campos petroleros han anunciado recortes masivos de personal, impulsados por dos fuerzas convergentes: la caída de los precios del crudo en comparación con el año anterior, y la ola de fusiones y adquisiciones que en los últimos dos años ha transformado la estructura operativa de muchas empresas.


Entre las compañías implicadas se hallan gigantes estadounidenses y europeos como Chevron, ExxonMobil, ConocoPhillips, BP, Shell, Equinor, Harbour Energy, APA Corp, OMV, así como la filial canadiense de Exxon, Imperial Oil, y también los grandes proveedores de servicios como Halliburton y SLB (antes Schlumberger).

 Según una instantánea de recortes en el sector compilada por Reuters, estos procesos se están ejecutando tanto para trabajadores contratados como para empleo en oficina y contratistas.

El primer factor que impulsa esta ola es la presión de los precios internacionales del crudo. Cuando el valor del barril cae, los márgenes de explotación, especialmente en yacimientos de alto coste o en regiones maduras, se reducen.

En este escenario, las empresas deben tomar decisiones difíciles sobre capital operativo, inversiones y recursos humanos para mantener la rentabilidad o al menos contener pérdidas. Las previsiones apuntan a que la producción mundial de petróleo enfrentará un excedente sustancial en 2025-2026: según la International Energy Agency (IEA), el suministro global podría crecer alrededor de 3 millones de barriles por día en 2025 frente a una demanda que avanza de forma más moderada.

Al mismo tiempo, en EE. UU., el conteo de plataformas petrolíferas (rigs) registra un descenso significativo, lo que anticipa menor actividad con impacto directo en empleo.

El segundo motor es la reorganización del sector mediante fusiones, adquisiciones y la integración de compañías para ganar eficiencia. Ese proceso de consolidación acarrea sinergias, pero también solapamiento de funciones, duplicación de estructuras y necesidad de recortar personal.

Por ejemplo, ConocoPhillips ha anunciado que planea recortar hasta el 25 % de su fuerza laboral global, como parte de su estrategia tras adquirir Marathon Oil.

Paralelamente, Chevron, tras la adquisición de Hess Corporation, señaló que su fuerza laboral mundial se reducirá en torno al 20 % para fines de 2026.

El resultado: miles de empleos, tanto de personal directo como de contratistas están siendo eliminados o anunciados. Las funciones afectadas incluyen tanto operación en campo como oficinas centrales, servicios administrativos, y contratistas externos.

Cada recorte individual puede formar parte de un ajuste menor, pero el conjunto conforma una ola que está remodelando la industria. Según reportes recientes, estas reducciones indican que la fase de “trabajo intensivo” en exploración y producción está dejando paso a una fase de “gestión eficiente” de activos.

El impacto es doble: a corto y medio plazo las compañías buscan contener costos, pero a largo plazo modifican su perfil de riesgo-retorno, su tolerancia al precio del barril, y su capacidad operativa.

En este contexto, los trabajadores, y en general el capital humano del sector, enfrentan incertidumbres crecientes: funciones tradicionales pueden estar en riesgo, mientras que se requiere mayor especialización en digitalización, automatización y optimización operativa. Algunas voces del sector señalan que no se trata únicamente de un ciclo bajista pasajero sino de un cambio estructural en el modelo operativo del upstream y de los servicios petroleros.

Para la industria en general, las lecciones están claras: la disciplina de capital y control de costos vuelve a primer plano;  la eficiencia operativa y tecnológica será clave para competir en un entorno con precios más bajos o volátiles;  la capacidad de las empresas para adaptarse rápido mediante simplificación organizativa, flexibilización de contratistas y adopción de nuevas tecnologías puede marcar la diferencia entre quienes sobreviven y quienes quedan rezagados.


En el ámbito colombiano la situación se presenta con matices propios. La industria del hidrocarburo en Colombia ha venido enfrentando desafíos de inversión, producción y regulación.

Por ejemplo, informes indican que la producción nacional de gas natural para agosto de 2025 cayó un 16 % interanual a unos 800 millones de pies cúbicos por día.

Adicionalmente, la decisión del gobierno de no adjudicar nuevos contratos de exploración y producción ha sido señalada como uno de los factores que marcan un declive para el sector hidrocarburos colombiano.

Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipa que el empleo total en los sectores de energía, carbón y petróleo en Colombia podría disminuir, contribuyendo a una reducción del 0,8 % de la oferta laboral global del país.

Para las compañías que operan en Colombia, ya sean exploradoras, productoras, de servicios de campo o suministro el escenario internacional de recortes se combina con un entorno doméstico más restrictivo. Menor inversión, producción en declive, y un marco regulatorio y fiscal que genera incertidumbre, han llevado a que sean más frecuentes los ajustes operativos, las reducciones de personal y la búsqueda de ahorro.

Las empresas colombianas del sector podrían verse obligadas a reconfigurar sus modelos de negocio: optimización de activos maduros, outsourcing, automatización de operaciones, reducción de contratistas, y reestructuración organizativa.

Para los profesionales en el país, ingenieros de petróleo, técnicos de campo, proveedores de servicios, consultores especializados en operaciones y gestión de riesgos el mensaje es claro: habrá menos margen para funciones genéricas, mientras que la diferenciación mediante habilidades de análisis de datos, gestión de automatización, supervisión de riesgos en espacios confinados y alturas (un área que el usuario conoce), puede abrir una vía de continuidad. En resumen: el ajuste global también llama a la precaución en Colombia, pero a la vez presenta una ventana para quienes se adapten al nuevo perfil operativo que la industria exige.


La industria global de petróleo y gas atraviesa una fase definitoria: no es únicamente una recesión de corto plazo, sino un cambio en la forma en que se organiza, opera y contrata talento.

Las grandes petroleras, integradas y de servicios están adoptando medidas drásticas para adaptarse a precios más bajos, mayor competencia, fusiones y la presión por la eficiencia. En este entorno de transformación, los empleos tradicionales del upstream y los servicios asociados están sometidos a un estrés significativo.

En Colombia, donde los retos estructurales del sector ya eran relevantes, el impacto del ajuste global se suma a los desafíos locales de producción, licencia y atractivo de inversión. Para las empresas, el reto será calibrar su estructura, adoptar nuevas tecnologías, repensar sus plantillas y modelos operativos.

Para los profesionales, el reto será evolucionar: contar con competencias que vayan más allá del conocimiento técnico operacional clásico hacia análisis, digitalización, automatización, gestión de riesgos y servicios especializados.

Si bien los recortes generan dolor para quienes los sufren, también pueden convertirse en catalizadores de modernización del sector, tanto en el hemisferio norte como en Colombia, y reordenar la cadena de valor alrededor de eficiencia, resiliencia y adaptabilidad.

Para las empresas que sepan anticiparse, operadores que puedan ajustar sus activos, sistemas de servicios que se reinventen, y profesionales que se reconfiguren, el escenario puede abrir nuevas oportunidades. Pero el plazo es breve: quienes no participen en este reajuste estructural corren el riesgo de quedar rezagados. En un mundo energético que se mueve hacia una mayor disciplina financiera y operativa, el mensaje es contundente: no habrá retorno a los días de bonanza sin ajustes.

 

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Publicado por Massimo Di Santi

Massimo Di Santi. Periodista, Comunicador Social y Presentador de diferentes medios internacionales. Ganador de múltiples premios, ha cubierto importantes eventos a nivel mundial y es un destacado periodista de guerra. Creación IA

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