El petróleo en la cuerda floja: entre la diplomacia, la OPEP+ y la incertidumbre mundial
Por PhD Mario Fernando Zamora Santacruz
El mercado del petróleo ha entrado en una nueva etapa de sensibilidad extrema, donde los factores geopolíticos, las negociaciones comerciales y las decisiones estratégicas de los grandes productores están ejerciendo una presión constante sobre los precios.
En medio de esta tensión, los precios del crudo han mostrado un repunte significativo, impulsado en gran parte por señales de posible distensión entre Estados Unidos y China, así como por un contexto de desaceleración en la producción de petróleo de esquisto en Estados Unidos.
Uno de los factores que ha influido recientemente en la recuperación del precio del petróleo es el renovado optimismo ante las inminentes conversaciones entre las dos mayores economías y consumidores de crudo del mundo: Estados Unidos y China. La posibilidad de una resolución parcial o total a la guerra comercial ha sido recibida por el mercado como un signo de estabilidad futura en la demanda global.
El crudo ha repuntado con fuerza: el WTI subió más del 3% y el Brent cerca del 2,91%, ambos estabilizándose levemente por encima de los $60 por barril. Esta recuperación refleja el renovado optimismo en torno a las conversaciones comerciales y el intento del mercado por encontrar un piso tras semanas de fuerte volatilidad.
El encuentro entre el secretario del Tesoro estadounidense y el máximo responsable económico de China ha sido visto como un intento serio de romper el hielo y relanzar la cooperación económica entre ambos países.
A la par, acuerdos bilaterales impulsados por la administración estadounidense, como el alcanzado con el Reino Unido, también han sido considerados positivos para el ánimo de los inversores y los mercados de materias primas.
Mientras tanto, la OPEP y sus aliados (OPEP+), liderados por Arabia Saudita, han dejado perplejos a los mercados con una decisión sorpresiva: no uno, sino dos aumentos consecutivos en la producción de petróleo, primero en mayo y luego en junio. Esta acción rompe con la tendencia reciente de recortes disciplinados para sostener los precios, lo que ha generado dudas sobre la cohesión interna del cartel y sus verdaderas motivaciones.
La decisión de la OPEP+ de añadir 411.000 barriles por día (bpd) en mayo y repetir la cifra en junio fue vista como una señal desconcertante por parte de los analistas. Algunos expertos sugieren que la medida responde a presiones políticas, especialmente del lado de Estados Unidos, mientras que otros argumentan que podría tratarse de una forma de castigar a los miembros que han sobre producido persistentemente, como Iraq y Kazajistán.
Arabia Saudita, tradicionalmente el ancla disciplinaria del cartel también ha sorprendido al mercado al anunciar un aumento en el precio oficial de venta para compradores asiáticos, en un momento donde, según el comportamiento clásico del mercado, habría sido más razonable reducirlo.
Este cambio de táctica ha generado especulaciones sobre los verdaderos objetivos de Riad. ¿Está Arabia Saudita protegiendo su cuota de mercado frente al auge del shale estadounidense? ¿Está cediendo ante presiones externas para facilitar un entorno de precios bajos? ¿O simplemente está jugando una partida estratégica a largo plazo?
Desde el punto de vista de la demanda, la situación es igualmente ambigua. Por un lado, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) continúa proyectando una demanda débil, en parte debido a las consecuencias de las políticas proteccionistas de EE. UU. y a la ralentización del comercio global.
Por otro lado, Arabia Saudita y algunos aliados de la OPEP+ rechazan frontalmente las proyecciones de la AIE, calificándolas de sesgadas a favor de la transición energética y contrarias a los intereses de los productores tradicionales.
Los datos sobre importaciones asiáticas de crudo no muestran una fortaleza destacada, y los inventarios globales se mantienen apenas por debajo del promedio de cinco años. Sin embargo, la OPEP+ parece seguir empujando una narrativa de recuperación robusta que, según algunos analistas, no está completamente respaldada por la realidad del consumo.
Esto ha llevado a ciertos actores del mercado a interpretar la estrategia de la OPEP+ como un tiro en el pie: un intento de sostener una narrativa optimista mientras se inunda un mercado ya bien abastecido, presionando a la baja los precios a corto plazo.
A futuro, el mercado sigue lleno de incertidumbre. Citi Research ha recortado su previsión a tres meses del precio del Brent a $55 por barril, aunque mantiene una proyección de $60 a más largo plazo. No obstante, el escenario puede cambiar drásticamente dependiendo de variables aún no resueltas.
Un ejemplo claro es el posible acuerdo nuclear entre Estados Unidos e Irán. Si se alcanzara un pacto, la entrada de más crudo iraní al mercado podría arrastrar los precios hacia los $50 por barril. En contraste, la ausencia de un acuerdo podría provocar un alza significativa, con precios superando los $70, en medio de nuevas restricciones y sanciones.
Otra incógnita importante son los productores de shale en Estados Unidos. Aunque el crecimiento de esta industria ha sido una de las grandes disrupciones del mercado en la última década, algunos analistas consideran que la producción estadounidense podría haber tocado techo.
Las señales de recorte de gasto por parte de varias empresas sugieren un posible freno a la expansión, lo que podría contribuir a una estabilización o incluso una recuperación del precio del petróleo.
Hoy más que nunca, el mercado petrolero se mueve entre el cálculo político, la narrativa estratégica y la realidad económica. La aparente estabilización reciente en los precios no es más que un reflejo de las esperanzas de los operadores de que la diplomacia comercial evite una desaceleración más profunda en el consumo mundial de energía.
La OPEP+, por su parte, se mueve en terreno resbaladizo. Si sus aumentos de producción no se acompañan de un crecimiento sostenido en la demanda, podrían terminar por debilitar su credibilidad y cohesión interna. Y si, como algunos creen, Arabia Saudita está actuando para reposicionarse en el tablero geopolítico del crudo, es probable que veamos más decisiones desconcertantes en los próximos meses.
Con las conversaciones entre EE. UU. y China al frente, el pulso entre la oferta de la OPEP+ y la demanda global marcará el rumbo del mercado. Todo indica que la volatilidad no ha terminado, y que los operadores deberán seguir atentos a cada movimiento diplomático, geopolítico y económico que pueda alterar el delicado equilibrio del petróleo.
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Publicado por Massimo Di Santi
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