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Colombia vira hacia la construcción verde: el 50% de las viviendas que se entreguen a 2030 deberán ser sostenibles

Para esa fecha, se estima entregar 428.000 unidades residenciales verdes. Antioquia aporta 13% de los metros cuadrados actuales certificados como sostenibles, ubicados en Medellín, Rionegro, Bello e Itagüí.

Se estima que en los próximos 40 años se construirán 230.000 millones de metros cuadrados de nuevos edificios en todo el mundo y que para el 2050 casi el 70% de la población vivirá en ciudades. Pero este ritmo de crecimiento supone bastantes desafíos para los países, que tendrán que pisar el acelerador para lograr que esa urbanización sea sostenible, resiliente al clima y de bajas emisiones contaminantes.

Y es que las cadenas de valor de la construcción representan alrededor del 40% de las emisiones mundiales de CO2 y más del 34% de la demanda de energía, lo que convierte al sector en uno de los más contaminantes: el funcionamiento de los edificios explica alrededor del 20% de las emisiones, seguido del suministro de materiales (19%) y de servicios de construcción (0,3%).

En este punto es donde los edificios o viviendas ‘verdes’ marcan el camino hacia una planeación urbanística más amigable con el medio ambiente y más eficiente —ayudando a reducir hasta 23% las emisiones globales de carbono—. De hecho, en Colombia, los constructores ya se trazaron una ambiciosa meta: de aquí al 2030 el 50% de las viviendas que se entreguen en el país deberán cumplir con estándares o certificaciones de sostenibilidad.

Esto, según la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), quiere decir que, del total de viviendas que se entregarán entre 2025 y 2030, que son alrededor de 1,18 millones de unidades, 428.000 tendrán certificación sostenible.

Lo anterior movilizaría recursos por $118 billones y generaría 461.000 empleos por año en el país. Además, las viviendas certificadas que se entreguen en ese periodo representarían reducciones acumuladas de 1,3 millones de megavatios hora (MWh) de energía, 48,4 millones de metros cúbicos de agua, 576.000 toneladas de CO2 y un ahorro estimado de $485.000 millones en el pago de servicios públicos.

¿Hacia dónde va Colombia?

Virar hacia una industria más sostenible va más allá de un simple compromiso. Es la respuesta a uno de los pilares de la agenda global para garantizar que las presentes y futuras generaciones tengan una buena calidad de vida sin rebasar los límites del planeta.

De hecho, un estudio de la firma inmobiliaria JLL muestra que el 68% de los latinos ya piensa en el cambio climático como una amenaza “muy seria” para los próximos 20 años.

Armando Arteaga, profesor de la Universidad Nacional y doctor en urbanismo, afirmó en entrevista pasada con este diario que esta corriente no es nueva, pero actualmente ha cobrado interés en las áreas urbanas.

“Si piensas en la arquitectura indígena, es exactamente como la estamos pensando hoy: basada en la naturaleza. De manera reciente vemos más ejercicios de arquitectura vegetal, en edificios de viviendas, comerciales o industriales. El aparente beneficio es renaturalizar las ciudades y mejorar algunos elementos de la salud, mental y física. E intentar mayores superficies de absorción de CO2”, dijo.

Pero, en general, el concepto ‘verde’ va más allá de edificios con vegetación por todas partes. Es más un adjetivo para distinguir aquellas construcciones comprometidas con el cuidado y equilibrio ecológico, provocando un menor impacto ambiental. En ese camino es que las certificaciones son un indicador necesario.

Se trata de documentos que evalúan el comportamiento ambiental de las obras. Es decir, buscan maximizar la eficiencia en el uso de energía y agua, reducir los residuos y las emisiones de gases de efecto invernadero, utilizar materiales y recursos renovables y no tóxicos, y minimizar los impactos negativos en el entorno.

En el caso de Colombia, desde el 2017 se viene construyendo un modelo de negocio que tiene beneficios para los desarrolladores de proyectos, para compradores de vivienda y sobre todo para el planeta.

Tanto así, que a nivel regional es el país número uno en materia de certificación de viviendas sostenibles, con más de 240.000 unidades. Estas, según previsiones de Camacol, representarán al 2030 un ahorro anual de 11,4 millones de metros cúbicos de agua; 313.410 MW de energía y 133.522 toneladas de CO2.

Guillermo Herrera, presidente de Camacol, explicó que actualmente más de 16 millones de metros cuadrados de edificaciones están certificados con el sello Edge, que se enfoca en hacer edificios más sostenibles, eficientes y asequibles.

“Este mercado en el país está liderado en un 89% por el segmento residencial. Y del 100% de certificaciones residenciales emitidas, el 70% corresponde a Vivienda de Interés Social (VIS), cumpliendo en gran medida con uno de los objetivos primarios, que es la participación de mercados emergentes”, añadió.

Por ciudades, Bogotá, Cali, Barranquilla y Medellín son las que tienen la mayor cantidad de unidades que cumplen con esta certificación.

“Antioquia aporta el 13% de los metros cuadrados certificados o en proceso de certificación actualmente. La mayoría están en proyectos de vivienda localizados en Medellín, Rionegro, Bello e Itagüí”, señaló el líder gremial.

A su turno, Angélica Ospina, directora ejecutiva del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS), mencionó que cuando se mira el recorrido del país en los últimos 17 años se ven grandes avances en la materia.

“En término de materiales de construcción hemos visto que los proveedores y fabricantes cada vez integran más atributos de sostenibilidad. Además de que la política pública también está impulsando (...) Creo que hay un ambiente favorable para que se avance y esperamos que la reactivación económica fomente más proyectos así”, sostuvo.

El papel de los materiales

La descarbonización de las cadenas de valor de la construcción es fundamental. Y esto empieza desde los materiales.

Los más usados son la madera reciclada, el bioconcreto —a base de caña de azúcar y otros residuos del agro—, la celulosa y los colorantes vegetales, el bambú y acero reciclado y otros metales recuperados, entre otros.

Frente a eso el país ha dado algunos pasos desde la fabricación de pinturas, cementos y empaques más amigables con el medio ambiente. Un ejemplo es lo que han hecho Cementos Argos y Cemex.

El primero desarrolló cementos y concretos que prometen ser menos contaminantes, fabricados a través de procesos que reducen hasta 38% las emisiones de CO2 y 30% el consumo de energía. Y empaques solubles que se desintegran en el proceso, logrando que el costo por la disposición de sacos y el desperdicio sea cero. Además de una planta de soluciones modulares en concreto.

El segundo incorporó en su portafolio concretos y cementos elaborados con materias primas reutilizables o desechos. Es el caso de los aditivos que se usan para hacer más resistente, durable o moldeable el producto, como la vinaza, que se obtiene de la destilación de la caña de azúcar y el almidón.

Por otro lado, se han desarrollaron pinturas ecológicas. Pintuco, por ejemplo, sacó al mercado productos libres de cromo y plomo, de baja toxicidad y olor, antibacterial, antihongos y antialgas, y recubrimientos certificados en Green Guard Gold (que sirven para obtener sellos de construcción sostenible).

Corona, por su parte, lanzó pinturas lavables, fabricadas a partir de polímeros de fuentes renovables, con bajos niveles de emisiones y en empaques amigables. Además, presentó la primera casa sostenible con productos ahorradores.

Pero no son menos importantes las llamadas ‘medidas pasivas’ relacionadas con el diseño. Según la Corporación Financiera Internacional (IFC por sus siglas en inglés), estas son eficaces para gestionar la ganancia o pérdida de calor durante el día, y para bajar costos de construcción: permiten ahorrar energía a través de la orientación del edificio respecto del sol o la colocación de elementos de sombra en el exterior.

El organismo también recalcó la importancia del reemplazo gradual de combustibles fósiles por fuentes renovables, así como de un mayor uso de tecnologías: “La mejora del uso del espacio y de la infraestructura a través del diseño flexible y la construcción climáticamente inteligente extenderían la vida útil de los nuevos edificios”.

La financiación y los retos

La gama de opciones disponibles para descarbonizar edificios, de acuerdo con el IFC, abarca desde medidas con alto potencial de reducción de emisiones y de adaptación, pero con costos económicos actualmente prohibitivos, hasta iniciativas que ofrecen un potencial de reducción más moderado pero que tienen costos más bajos.

Aterrizándolo al terreno local, las entidades financieras colombianas han ido incorporando productos para financiar proyectos de construcción sostenible. Actualmente, hay seis bancos que ofrecen este beneficio, con tasas preferenciales para préstamos y orientación a certificaciones como Casa Colombia, Leed y Edge.

Datos del CCCS arrojan que, a enero de este año, se aprobaron créditos para alrededor de 350 proyectos. “Esto representa un hito significativo, ya que alrededor del 20% del total de la cartera de los bancos corresponde a proyectos de esta índole”, señaló Ospina.

Para la directiva, la elección de un modelo de financiamiento a largo plazo es clave para el desarrollo y permanencia de estas edificaciones que, al perdurar en el tiempo y conservar su valor, requieren inversiones de largo aliento.

Desde la óptica de Herrera, los compradores de este tipo de viviendas también pueden acceder a beneficios financieros: “La banca internacional promueve la reducción de tasas de interés para créditos hipotecarios. En Colombia, esta puede ser hasta de 100 puntos básicos menos frente a las tasas con las que normalmente prestan”.

Sin embargo, aunque la creciente adopción de certificaciones verdes va muy bien, también conlleva grandes desafíos. Uno de ellos, explicó el dirigente de Camacol, es que se está concentrando solo en las principales urbes y en grandes empresas.

“Primero, tenemos que ampliar la cobertura territorial; y segundo, buscar que los pequeños y medianos empresarios del sector empiecen a ver las oportunidades de negocio que hay en la construcción sostenible”, dijo.

Agregó que las administraciones territoriales, como las alcaldías, sobre todo de los municipios, deben empezar a adecuar sus normas de ordenamiento territorial e, incluso, buscar más incentivos que promuevan la construcción verde. “Solo Cali, Envigado y Bogotá, tienen lineamientos que generan incentivos urbanísticos o tributarios”.

De igual manera, Ospina concordó en que un desafío importante es cómo llegar con estas construcciones a todas las regiones del país y a empresas de todos los tamaños.

Finalmente, recalcó que un reto importante es abordar la manera de llegar a los usuarios o compradores. “Esto es lo que permitirá cerrar el ciclo completo de la cadena. Que cualquier persona prefiera un proyecto de vivienda sostenible. Que se convierta en la mejor opción de compra, pese a que existan otras similares”.

Estos son algunos ejemplos de iniciativas sostenibles

Casa con productos ‘ultra-ahorradores’

FOTO: CORTESÍA
FOTO: CORTESÍA

Corona presentó recientemente una casa sostenible con productos ‘ultra-ahorradores’ de agua y energía.

Según la compañía, el lanzamiento se realizó con el apoyo de diversos aliados, con el objetivo de presentar una oferta estructurada que revolucionará el mercado de la vivienda en Colombia.

“La cocina usa paneles solares para proveer de energía a los electrodomésticos, y las griferías de bajo consumo y sanitarios ayudan a ahorrar hasta 29% en el consumo de agua”, explicaron desde Corona.

Ecohotel con bloques de tierra comprimida y bambú

FOTO: TOMADA DE REDES SOCIALES
FOTO: TOMADA DE REDES SOCIALES

Cannúa es un eco hotel ubicado en Marinilla, Antioquia, que se destaca por su compromiso con la sostenibilidad y la bioconstrucción: utilizaron en su construcción más de 80 toneladas de bloques de tierra comprimidos y bambú cosechado de manera sostenible.

También cuenta con recolección de aguas lluvias y un tratamiento de aguas residuales que permite su reutilización. El hotel está diseñado alrededor de los principios de la permacultura, lo que significa que se utiliza un enfoque holístico para el diseño y la construcción.

Vivienda social con ladrillos de plástico reciclado

FOTO: MINCOMERCIO
FOTO: MINCOMERCIO

A través del aprovechamiento de materiales posindustriales o de posconsumo, se reciclaron 10,5 toneladas de plástico para la fabricación de ladrillos y posterior edificación de una vivienda con enfoque social en Itagüí, Antioquia.

El proyecto estuvo a cargo del Ministerio de Comercio e iNNpulsa, de la mano de Conceptos Plásticos, una compañía dedicada a reducir la contaminación plástica y la pobreza extrema, y los residuos proporcionados por Alico. En total, para la construcción de esta vivienda, de 71 metros cuadrados, se utilizaron 2.185 ladrillos de plástico.

Fuente: https://www.elcolombiano.com/negocios/construcciones-verdes-en-colombia-el-50-de-las-viviendas-entregadas-a-2030-seran-sostenibles-LF25314618 

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Publicado por Massimo Di Santi

Massimo Di Santi. Periodista, Comunicador Social y Presentador de diferentes medios internacionales. Ganador de múltiples premios, ha cubierto importantes eventos a nivel mundial y es un destacado periodista de guerra. Creación IA

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